Hoy me cayó un balde de agua fría y me quedé congelada… literal.
No quise pensar en cómo corregir un comportamiento de mi hija y se lo dejé a mi esposo.
Mi hija ha tenido ciertos comportamientos que “creí” que no eran tan graves.
Los intenté corregir, sí, pero hoy veo que no he sido constante… y eso ya trajo problemitas afuera. Como que no sigue instrucciones.
Cuando lo pienso, me duele.
No sé por qué, pero me duele mucho cuando llora, cuando “sufre”, cuando se frustra, cuando veo cómo le duele cuando le hablo fuerte o la regaño (jajajaja sí, ya sé, las mamás de ahora somos diferentes).
Sé que tengo que corregirla, enseñarle, acompañarla… pero quiero hacerlo desde un lugar calmado, de sabiduría, sin herir su ser (jajaja, sí, las mamás de antes se reirían de mí).
Y en la práctica no siempre soy esa versión de mí. Me gana la prisa, el cansancio, la falta de paciencia.
Entonces dejo pasar el berrinche o termino haciéndolo yo “para que no se tarde”, “para que ya no llore”, etc.
Y hoy me escribieron de la escuela.
Cuando abrí el mensaje y leí que mi hija “no terminó su trabajo por no seguir instrucciones y encima decía tener la razón”, pff… sentí un nudo: vergüenza mezclada con coraje, decepción y tristeza.
Me dolió porque sé que yo he permitido ese comportamiento aquí, en casa.
Y aquí va lo que realmente pensé:
“Tengo que hacer algo…”
Pero mi mente se quedó en blanco. Congelada.
Es como si no quisiera pensar. Como si mi propia mente me distrajera y me dijera: “luego”, “trabaja”, “haz eso y lo otro”, etc.
Hasta que entendí que necesito involucrar más a mi esposo en todo esto.
En lo diario. En la parte de enseñar, repetir, poner límites.
Esto no es solo mío. Es de los dos.
Y juntos tenemos que hacer algo al respecto.
Solo desde ahí pude pensar qué hacer y ponerme manos a la obra.
No desde juzgar lo que NO he hecho (porque eso solo me hace sentir mal y quedarme congelada).
Sino desde pensar en lo que sí puedo hacer —junto con mi esposo— para que las cosas vayan mejor.
Lo que se permite en casa, se replica afuera.
Prefiero corregir aquí, conmigo, aunque me cueste, que permitir que afuera la traten peor (y sé que eventualmente pasará).
A todas las que han pasado por algo parecido, les mando un abrazo grande.